HISTORIA

Hoy Montecolino tiene una estructura de 54.000 m2 sobre un área de 120.000 m2, un potencial productivo de más de 15 millones de m2 y más de 3.000 clientes activos y satisfechos. Clientes que se encargan de la gran distribución a los pequeños detallistas, de los instaladores de suelos a los instaladores feriales, de las agencias publicitarias a los arquitectos, de las industrias zapateriles a los arsenales, de los garden center a los tapiceros…

El experto empleo de las más modernas tecnologías productivas y la búsqueda de las soluciones estilísticamente más avanzadas han hecho de Montecolino el partner ideal para quien planea, realiza y distribuye soluciones para el design interior y exterior en Italia y en Europa.

L’offerta di prodotti di Montecolino si allarga con l’inserimento dell’erba sintetica con la quale operiamo nella realizzazione di giardini per hotel, edifici pubblici e private abitazioni.

La costante crescita di Montecolino e dei clienti serviti in tutto il mondo, spingono l’azienda ad ampliare il sito produttivo introducendo numerose macchine di lavorazione.

En 1976 las reducidas posibilidades de ampliación ofrecidas por el promontorio obligan a la empresa a su traslado al cercano ayuntamiento de Provaglio de Iseo: Así comienza la edificación del nuevo establecimiento. En los años 90 el paquete accionario de control pasa de las manos del empresario belga a las manos del manager italiano.

Fue en los comienzos de los años 70 cuando, la familia Bettoni decidió cerrar la actividad y, un empresario belga activo en el campo de los textiles punzonados le confió al manager Carlo Fontana la búsqueda de un sitio dónde instalar una fábrica dedicada a la producción de tejidos y no tejidos. Corría el año 1971… el principio de la historia moderna de Montecolino.

Montecolino, empresa líder en el panorama europeo por la producción de pavimentaciones, revestimientos y materiales textiles para uso industrial y residencial, debe su nombre al promontorio sobre el lago de Iseo dónde, después de la segunda guerra mundial, cerrada la actividad productiva de los Caproni, que construyeron hidroaviones en aquel lugar y expulsados los últimos alemanes que se establecieron como inspectores de la producción para finalidades bélicas, los hermanos Bettoni fundaron la primera fabrica textil: una hilandería y una tejeduría según tradición familiar que parece encontrar sus raíces al final de las ochenta.